segunda-feira, agosto 22, 2005

Ha Parpar / La mariposa

La última fue, última de últimas
Tan satisfecha, amarga y colorida
Que quizás por los quebrados resplandores de rocas blancas
Parecía amarilla
Y que extendiendo sus alas hacia el cielo
Vuela a besar el fin de mi mundo.

Hace siete semanas
Que estoy aquí
Aquí me encontraron mis queridos
Me llamo esa flor, que esta también aquí
Y es castano en flor me tiende sus ramas
Pero una mariposa aquí no vi.

Y esa era la última, última de las últimas
Porque no hay mariposas en el Ghetto.



Escrito no ínicio da decada de 40 ,por uma menina prisioneira ,em Terezin

sábado, agosto 20, 2005

XIII (Quatro Caprichos)

Anda, vou-te mostrar a terra
dos teus pais, avós, antepassados
tão antigos que os podes escolher.
Este aqui é noé, de barba por fazer;
meteu na arca puro e impuro, bem e mal,
inventou o vinho, homem melhor
da sua geração ( não é grande elogio ),
teve filhos, netos, é de crer que morreu.
Estoutro, não sei bem, era pirata na malásia.
Vês as colinas? São tuas, quando
as olhas a direito. Realmente tuas,
parte de um mundo teu.
Sim, isso são filosofias,
tens razão. ( E tem graça ao ter razão ).
Anda daí, vou mostrar-te o colete de forças
onde era costume, sabes, tratar casos assim.



António Franco Alexandre

sexta-feira, agosto 19, 2005

Lisboa 2

El sol posee Lisboa
el mar permea su alma
el verde pinta
el viento se modera y mece
la ropa tendida en la casa dos bicos

Cada grieta cicatriza
y los sonidos cotidianos forman un acorde perfecto

Ahora, ese tranvía es un juguete de adultos
y esa estatua es un soldadito de plomo de adultos

Hoy esas calles y esos bares
solo producen encuentros
de personas ilusionadas

El movimiento es, básicamente, musical
caracterizado por un andante maestoso

Los relojes no coinciden porque,
al igual que los lisboetas,
juegan despreocupadamente con el tiempo

La fachada de esta obra maestra
mira a un mundo por descubrir
que lleva y trae un aire cargado de historias transatlánticas
esto imprime clase a esos seres privilegiados
que moran en esta ciudad-representación
fundada por el tiempo


Daniel Fedele

Lo fatal

(A René Pérez)

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos...!


Rubén Darío

quinta-feira, agosto 18, 2005

Lisboa I

La bruma posee Lisboa
el tiempo duda entre retroceder o continuar
el mar descansa pero acecha
solo la sirena de un barco y la campana de un tranvía
recuerdan a la humanidad
el eco es de incertidumbre
aunque nada pasa
solo la permanencia, la repetición, la rutina
independiente de los transeúntes

Las grietas reinan y confirman su presencia
en ajadas construcciones atemporales

No hay historia
porque la memoria está presente
todo recuerda a todo
la densidad lo permite

Extraño: los relojes no tienen manecillas
confunden al atónito espectador
de esta ciudad-representación
fundada por el tiempo

Daniel Fedele

quarta-feira, agosto 17, 2005

Carta a Mário de Sá Carneiro

Escrevo-lhe hoje por uma necessidade sentimental - uma ânsia aflita de falar consigo. Como de aqui se depreende, eu nada tenho a dizer-lhe. Só isto - que estou hoje no fundo de uma depressão sem fundo. O absurdo da frase falará por mim.
Estou num daqueles dias em que nunca tive futuro. Há só um presente imóvel com um muro de angústia em torno. A margem de lá do rio nunca, enquanto é a de lá, é a de cá; e é esta a razão íntima de todo o meu sofrimento. Há barcos para muitos portos, mas nenhum para a vida não doer, nem há desembarque onde se esqueca. Tudo isto aconteceu há muito tempo, mas a minha mágoa é mais antiga.


Fernando Pessoa

Tormentos

La soledad es insoportable, a solas conmigo mismo, a solas con mis pensamientos. No sé como distraerlos, como atontarlos para que no me atormenten. Surge entonces la rabia ante la impotencia, y la agresividad es un pequeño paso que doy en ese estado. Sentirse solo y estar solo no es lo mismo, pero en mi caso, sí, me siento solo aún cuando no estoy solo, pero lo siento mucho más cuando esa soledad es también física. ¿Soy demasiado consciente de la realidad, y los demás viven en un sueño de idiotas del que no quieren despertar (cosa que no les reprocho), o soy yo el estúpido que cree ver demasiado, sin ver nada?. Sea cual sea la respuesta, puedo decir que nunca he pedido estar aquí y aún estando aquí, sólo pienso en cómo salir, sin hacer ruido, sin que se note mi ausencia, como si nunca hubiera estado. Y de esa manera, sentir la ilusión de no haber existido nunca.


Emile Cioran

terça-feira, agosto 16, 2005

Instrucciones para dar cuerda al reloj

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos
dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles
despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de
sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume
del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Atelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo
anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va
corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo
está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Julio Cortazar

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj





Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.



Julio Cortazar

segunda-feira, agosto 15, 2005

A Buenos Aires

Primogénita ilustre del Plata,
En solar apertura hacia el Este.
Donde atado a tu cinta celeste
Va el gran río color de león;
Bella sangre de prósperas razas
Esclarece tu altivo salvaje
Pinta su nombre sazón.

Arca fuerte de nuestra esperanza.
Fuste insigne de nuestro derecho.
Como el bronce leal sobre el pecho
Asegura al país tu honra fiel.
La genial Libertad, en tu cielo
Fino manto a la patria blasona,
Y eres tú quien le porta en corona
El decoro natal del laurel.

En tu frente, magnífica torre
De la estirpe, tranquila campea
corno amable paloma la idea
De ser grata a los hombres de paz...
esperanza la impulsa y, parece
Cuando así su remonte acaudalas.
Que de cielo le empluma las alas
Aquel soplo pujante y audaz.

Joya humana del mundo dichoso
Que te exalta a su bien venidero.
Como el alba anticipa al lucero
Aun dormida en su pálido tul,
Cada vez que otro día dorado
Te aproxima a la nueva ventura.
Se diría que el sol te inaugura
Sobre abismos más hondos de azul.

Certidumbre de días mejores
La igualdad de los hombres te inicia
En un vasto esplendor de justicia
Sin iglesia, sin sable y sin ley
Gajo vil de ignorancia y miseria
Todavía espinando retoña
Sobre la áspera Cruz de Borgoña
Que trozaste en los tiempos del rey.

Leopoldo Lugones
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