quinta-feira, março 30, 2006

Portrait D'une Femme

by: Ezra Pound

Your mind and you are our Sargasso Sea,
London has swept about you this score years
And bright ships left you this or that in fee:
Ideas, old gossip, oddments of all things,
Strange spars of knowledge and dimmed wares of price.
Great minds have sought you--lacking someone else.
You have been second always. Tragical?
No. You preferred it to the usual thing:
One dull man, dulling and uxorious,
One average mind--with one thought less, each year.
Oh, you are patient, I have seen you sit
Hours, where something might have floated up.
And now you pay one. Yes, you richly pay.
You are a person of some interest, one comes to you
And takes strange gain away:
Trophies fished up; some curious suggestion;
Fact that leads nowhere; and a tale or two,
Pregnant with mandrakes, or with something else
That might prove useful and yet never proves,
That never fits a corner or shows use,
Or finds its hour upon the loom of days:
The tarnished, gaudy, wonderful old work;
Idols and ambergris and rare inlays,
These are your riches, your great store; and yet
For all this sea-hoard of deciduous things,
Strange woods half sodden, and new brighter stuff:
In the slow float of differing light and deep,
No! there is nothing! In the whole and all,
Nothing that's quite your own.
Yet this is you.


Ezra Pound

terça-feira, março 21, 2006

Rubaiyat

Volte em minha voz a métrica do persa
A recordar que o tempo é a diversa
Trama de sonhos ávidos que somos
E que o secreto Sonhador dispersa.



Volte a afirmar que é a cinza, o fogo,
A carne, o pó, o rio, a fugitiva
Imagem de tua vida e de minha vida
Que lentamente se nos vai de logo.



Volte a afirmar o árduo monumento
Que constrói a soberba é como o vento
Que passa, e que à luz inconcebível
De Quem perdura, um século é momento.



Volte a advertir que o rouxinol de ouro
Canta unicamente no sonoro
Ápice da noite e que os astros
Avaros não prodigam seu tesouro.



Volte a lua ao verso que tua mão
Escreve como torna no temporão
Azul a teu jardim. A mesma lua
Desse jardim há de te buscar em vão.



Sejam sob a lua das ternas
Tardes teu humilde exemplo as cisternas,
Em cujo espelho de água se repetem
Umas poucas imagens eternas.



Que a lua do persa e os incertos
Ouros dos crepúsculos desertos
Voltem. Hoje é ontem. És os outros
Cujo rosto é o pó. És os mortos.


Jorge Luis Borges

Uma ruba’iyat de FP

Olhando o mar, sonho sem ter de quê.
Nada no mar, salvo o ser mar, se vê.
Mas de se nada ver quanto a alma sonha!
De que me servem a verdade e a fé?
Ver claro! Quantos, que fatais erramos,
Em ruas ou em estradas ou sob ramos,
Temos esta certeza e sempre e em tudo
Sonhamos e sonhamos e sonhamos.
As árvores longínquas da floresta
Parecem, por longínquas, ‘star em festa.
Quanto acontece porque se não vê!
Mas do que há ou não há o mesmo resta.
Se tive amores? Já não sei se os tive.
Quem ontem fui já hoje em mim não vive.
Bebe, que tudo é líquido e embriaga,
E a vida morre enquanto o ser revive.
Colhe rosas? Que colhes, se hão-de ser
Motivos coloridos de morrer?
Mas colhe rosas. Porque não colhê-las
Se te agrada e tudo é deixar de o haver?

Fernando Pessoa
in novas poesias inéditas

Elegía diferente

A Carlos Riera, en la eternidad

Carlos, mi amigo Carlos,
hoy hace varios años que te has muerto.
(Mi corazón se encoge
ante la persistencia tenaz de tu recuerdo.)Tú no has muerto del tifus ni de la meningitis,
como dicen los médicos;
Tú te has muerto de asco, de imposible o de tedio.¡Qué bien te conocía, Carlos Riera!
¿Ves cómo confirmaste mi sospecha
de que harías algo de mucha trascendencia?
Algo que no era el libro árido
de aparentes verdades que estabas preparando
para endilgarnos
dentro de 20 ó 25 años.
(¿Pretenderás, Pelona, que te demos las gracias
porque de su lectura nos libraste?)Ya tanto fantaseabas
sobre cosas abstrusas
y mirabas tan poco hacia fuera,
que, descuidado, asiéndote la Intrusa,
te arrastró, compasiva, con ella
para calmar tu sed y tu impaciencia.
Ya estarás satisfecho,
pues sabes lo que ignoran tus maestros.Ya no serás el ciego
que de noche en el bosque perdiera
su bastón y su perro. Pero, ¿con qué derecho
te marchaste llevándote mi hacienda?
De ser cierto el refrán «un amigo
es un tesoro», casi me quedo en la miseria.
¡Y eso no está bien hecho, Carlos Riera!...El día de tu muerte —bien me acuerdo—
me cogió la noticia de sorpresa,
a pesar de que el aciago telegrama
era amarillo y negro.Te lloré con las lágrimas con que llora el niño,
con lágrimas que mojan, verdaderas,
— ¡y tanto que creía que su fuente
se había en mí secado para siempre!
(Más tarde, ¡cuántas veces te he llorado
con invisibles lágrimas internas!)¡Qué extraño era tu rostro entre las cuatro velas!
Verdoso, patilludo; y asomaba a tus labios
una semisonrisa de desprecio o de triunfo.
¡Qué trabajo
me costaba creer que ya nunca
volveríamos a hablarnos
de intrincados problemas abstractos! Mas, mi pobre Carlos,
¡ya lo creo que estabas bien muerto!
Como hoy, sin duda, ya estarás podrido;
solamente me queda tu recuerdo,
que se irá conmigo.Sin embargo, te finjo
en el plácido alcázar de los muertos,
clásicamente revestido
de una inconsútil toga
que dignifica tu asombrada sombra...
Te habrás apresurado hacia el departamento
de los filósofos que fueron..
—espíritus afines o maestros. El viejo Spencer
a quien tanto leíste y comentaste,
al verte, satisfecho,
mesará sus diáfanas patillas astrales;
y todos,
protectoramente, golpearán tu hombro
con aire de maestros,
aunque tú sabrás tanto como ellos.¿Quién me asegura que una carcajada,
de las que, con frecuencia, aquí se te escapan,
no se te irán al recuerdo
de tu admirado magister Don José Ingenieros?
¿No sientes lástima por los que nos quedamos,
tú, que ahora conoces el Misterio? Carlos, si te paseas entre las sombras
de los buenos filósofos de ayer,
dale muchos recuerdos a Spinoza,
estrecha con respeto la mano de Darwin,
y abraza fuertemente de mi parte
a mi gran amigo Federico Amiel.

José Zacarías Tallet
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