segunda-feira, maio 30, 2005

Es lástima que fuera mi tierra

Cuando allá dicen unos

Que mis versos nacieron

De la separación y la nostalgia

Por la que fue mi tierra,

¿Sólo la más remota oyen entre mis voces?

Hablan en el poeta voces varias:

Escuchemos su coro concertado,

Adonde la creída dominante

Es tan sólo una voz entre las otras.



Lo que el espíritu del hombre

Ganó para el espíritu del hombre

A través de los siglos,

Es patrimonio nuestro y es herencia

De los hombres futuros.

Al tolerar que nos lo nieguen

y secuestren, el hombre entonces baja,

¿Y cuánto?, en esa dura escala

Que desde el animal llega hasta el hombre.



Así ocurre en tu tierra, la tierra de los muertos,

Adonde ahora todo nace muerto,

Vive muerto y muere muerto;

Pertinaz pesadilla: procesión ponderosa

Con restaurados restos y reliquias,

A la que dan escolta hábitos y uniformes,

En medio del silencio: todos mudos,

Desolados del desorden endémico

Que el temor, sin domarlo, así doblega.



La vida siempre obtiene

Revancha contra quienes la negaron:

La historia de mi tierra fue actuada

Por enemigos enconados de la vida.

El daño no es de ayer, ni tampoco de ahora,

Sino de siempre. Por eso es hoy.

La existencia española, llegada al paroxismo,

Estúpida y cruel como su fiesta de los toros.



Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo

En creer que la razón de soberbia adolece

y ante el cual se grita impune:

Muera la inteligencia, predestinado estaba

A acabar adorando las cadenas

y que ese culto obsceno le trajese

.Adonde hoy le vemos: en cadenas,

Sin alegría, libertad ni pensamiento.



Si yo soy español, lo soy .

A la manera de aquellos que no pueden

Ser otra cosa: y entre todas las cargas

Que, al nacer yo, el destino pusiera

Sobre mí, ha sido ésa la más dura.

No he cambiado de tierra,

Porque no es posible a quien su lengua une,

Hasta la muerte, al menester de poesía.



La poesía habla en nosotros

La misma lengua con que hablaron antes,

y mucho antes de nacer nosotros,

Las gentes en que hallara raíz nuestra existencia;

No es el poeta sólo quien ahí habla,

Sino las bocas mudas de los suyos

A quienes él da voz y les libera.



¿Puede cambiarse eso? Poeta alguno

Su tradición escoge, ni su tierra,

Ni tampoco su lengua; él las sirve,

Fielmente si es posible.

Mas la fidelidad más alta

Es para su conciencia; y yo a ésa sirvo

Pues, sirviéndola, así a la poesía

Al mismo tiempo sirvo.



Soy español sin ganas

Que vive como puede bien lejos de su tierra

Sin pesar ni nostalgia. He aprendido

El oficio de hombre duramente,

Por eso en él puse mi fe. Tanto que prefiero

No volver a una tierra cuya fe, si una tiene, dejó de ser la mía, Cuyas maneras rara vez me fueron propias,

Cuyo recuerdo tan hostil se me ha vuelto

y de la cual ausencia y tiempo me extrañaron.



No hablo para quienes una burla del destino

Compatriotas míos hiciera, sino que hablo a solas

(Quien habla a solas espera hablar a Dios un día)

O para aquellos pocos que me escuchen

Con bien dispuesto entendimiento.

Aquellos que como yo respeten

El albedrío libre humano

Disponiendo la vida que hoy es nuestra,

Diciendo el pensamiento al que alimenta nuestra vida.



¿Qué herencia sino ésa recibimos?

¿Qué herencia sino ésa dejaremos?


Luis Cernuda
Desolación de la quimera (1962)
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